La Casa Argañaraz Alcorta

A escasos doscientos metros de la plaza Libertad, la casa Argañaraz Alcorta recuperó para los santiagueños un tiempo pasado, sostenido en su arquitectura, a la vez que se ofrece como piedra de apoyo para lanzar nuevos proyectos. Es un ente productor de actividades culturales que, teniendo como meta la excelencia, contribuye al enriquecimiento del quehacer cultural de nuestra ciudad. Además promueve la dignidad humana, el respeto por la madre tierra y un sentido de pertenencia entre los miembros de nuestra comunidad. Y ofrece oportunidades de educación y recreación, donde niños y jóvenes vuelquen sus inquietudes artísticas.

Esta mansión fue construida por Tristán Argañaraz y su esposa Emma Alcorta, en 1927, en un proyecto que posiblemente haya sido del arquitecto Aníbal Oberlander.  Se inscribe en la corriente del eclecticismo, articulando elementos formales diversos, sobre la base de una estructura academicista, llamada así por la fuerte influencia en el estilo de diseño de la Academia de Bellas Artes de París, que rigió el gusto arquitectónico sobre finales del siglo XIX y comienzos del XX.

El edificio articula en sí diversas tendencias formales, tal el caso del uso del revoque tipo “piedra París”, los arcos rebajados, las rejas de hierro cuadrado y las molduras propias del academicismo, con tratamientos símil ladrillo visto, habituales del estilo de la Sezassion, la versión austríaca del Art Nouveaux, en donde compiten distintas texturas como contraposiciones; en este caso, lo rústico del ladrillo con lo pulido de la piedra.

Da cuenta, además, de los avances de la tecnología, de la presencia ya plena de la revolución industrial en el uso de las columnas de hierro fundido, las molduras estampadas y compradas por catálogo para aplicar. En las carpinterías metálicas, incluso las celosías, cosa que no hubiera sido posible antes del desarrollo de las técnicas para forjar el hierro y que nos hablan de un mundo en el que los bienes circulan, del florecimiento de un mercado de la construcción y de unos modos de comprar elementos destacados por catálogo.

Pensada la vivienda como residencia señorial, con retiro y un jardín con pretensiones de pequeño parque, tenía al fondo una fuente circular con aves, alrededor de la cual giraban los vehículos. Permitía dos modos elegantes de ingreso a la casa: uno, recorriendo el breve zaguán que desemboca en el hall oval alrededor del cual se organizan las salas destinadas a la vida social de la familia: sala, “fumoir”, comedor, escritorio y biblioteca.

El otro modo de ingreso, es entrar por el patio trasero, en un espacio más íntimo y familiar, pero que goza del mismo aspecto “palaciego” de petit hotel: un pórtico con tres arcos, sobre una pequeña explanada con balaustrada, que ingresa a un patio armado sobre la base de cuatro esbeltas columnas corintias de hierro fundido.

La distribución funcional de la casa nos informa de los modos de habitar y comprender el sistema social de los argentinos y los santiagueños a comienzos del siglo XX. Un espacio de representación social, donde la familia pone de manifiesto su importancia, un espacio privado para la vida intima. En este caso planteado como dos áreas de dormitorios con un criterio muy particular: la primera, dos dormitorios que comparten un baño, como una especie de pequeña suite, y de algún modo participan de la galería de invierno que da al patio angosto. La segunda, repitiendo el modelo de dos dormitorios con baño, sale, como en las antiguas casas romanas, al espacio íntimo familiar del patio de columnas de hierro.

Detrás de estos dos espacios, separados por un patio, se encuentran las dependencias de servicio: cocina, cochera, lavadero y dormitorios del personal, marcando claramente las diferencias sociales y funcionales. A su vez, el jardín recrea el espacio bucólico a la inglesa, con una especie de glorieta con una santarrita casi centenaria, por donde era previsible que pasearan las damas de la casa y sus amistades.

La casa, puesta en venta por la familia Argañaraz Alcorta, fue adquirida luego de pasar por diversos propietarios, por la Municipalidad de la Capital, con un moderno modelo de gestión, como es la permuta de tierras vacantes en áreas de desarrollo urbano por el inmueble, que estaba tristemente abandonada.

 

A ella se le ha incorporado un espacio de producción teatral gestionado por una institución de teatro, en lo que fuera el espacio de la fuente y áreas de servicio. La presente inauguración, recupera para los santiagueños, un espacio destacado en su patrimonio arquitectónico.