San Esteban: expresión popular cristiano-pagana

Esta expresión cristiano-pagana, es característica de los departamentos Capital y Silípica, y se hace en Maco y Sumamao (Santiago del Estero). Su devoción fue entronizada en esas tierras por familias españolas allá por el siglo XVIII y los documentos señalan el hogar de Mercedes Chapa de Zurita, como una de las primeras devotas.

La fiesta se celebra regularmente el 26 de diciembre según el santoral católico.

 

El santo es venerado en una rústica capilla de la campaña, en Maco, propiedad de la familia de Francisco Juárez, síndico desaparecido hace algunos años, descendiente de doña Mercedes. Una semana antes del día indicado se efectúan preparativos para el culto y traslado del Santo en peregrinación a Sumamao, pueblo distante unos 40 kilómetros al sur de Maco y cercana al río.

En víspera de cumplir con este paso ceremonial, se observan reuniones animadas con bailes, música, libaciones y rogativas; de ahí que se dice que San Esteban es un «santo farristo».

Durante la peregrinación, los promesantes, vívamente vestidos, cantan, gritan, «chupan» y hacen sonar bombos, erkes, cornetas o cohetes. El santo llega el 25 de diciembre y es recibido por el Síndico en una casa preparada para el acontecimiento (a pesar de existir capilla la imagen no llega allí).

Las personas brindan su veneración besando la imagen, era una imagen difícil de observar pues a la multitud se la mantenía alejada y solo en fila se permitía «tomar gracia».

En algunas ocasiones, a la «toma de gracia» se la cumplía haciéndose “pisar” por la imagen del Santo, que permanece bajo techo, cubierto por flores naturales y artificiales y custodiado por el Síndico y sus familiares que organizan la veneración del Santo.

El 26, alrededor del mediodía, culmina la celebración de Sumamao con disparos de bombas y las carreras de los indios y los vivas de los alféreces. Los «vivas de los alféreces» se cumplirán junto a la casa, en una avenida de árboles o «arcos» como le llaman. Estos son grandes ramajes plantados allí previamente por los promesantes que han nombrado al Santo «encargado» de sus hijos. Los arcos (ichas) sostienen roscas y golosinas y a la seña del Síndico, la gente se arrojará para disputarse las ristras de roscas; la confusión y el desorden son mayúsculos y los árboles en su mayoría son derribados en medio de una gran polvareda.

 

A continuación, prosiguen las «carreras de los indios». Allí los corredores se preparan con plumas, camisetas rojas y poca ropa y salen, seguido por público a caballo, durante el recorrido los indios simulan golpearse las piernas con ramas o varejones de albahaca, jarillas o tuscas. La carrera culmina en la imagen de San Esteban. Al llegar los indios se arrojan a los pies de la imagen y luego son «sajados», es decir, el Síndico procede a hacer un corte con la navaja en las venas de las piernas para que sangre el corredor y no sufra, se dice, de empalizamiento o de calambres. Este es uno de tantos motivos por el cual la Iglesia Católica no avala esta celebración. La fiesta termina, pero la gente continúa en su frenesí y «toma», grita, canta, baila.