Nuestro Señor de Mailín

Mailín es un pequeño pueblo ubicado en las cercanías de la Ruta 34, unos 145 kilómetros al sur de Santago del Estero. Es muy conocido por la fiesta religiosa que organiza todos los años en honor del Señor de Los Milagros de Mailín, considerada una de las más grandes del norte que se celebra una semana antes de Pentecostés.

 

Diversos historiadores han dedicado una parte de sus investigaciones al fenómeno histórico, religioso, cultural y sociológico del “Señor de los Milagros de Mailín”, entre los mas conocidos se cuentan Baltasar Olaechea y Alcorta, Orestes Di Lullo, (en su libro Agonía de los Pueblos),  Alfonso de la Vega, y Amalia Gramajo de Martínez Moreno.

El obispo Bernabé Piedrabuena, quien fuera visitador eclesiástico de Santiago cuando dependía de Tucumán, en el Orden de Vicaria Foránea, pidió a Olaechea escribiese la historia de Mailín.

También Amalia A. De Herrera de la familia que donaron los terrenos en Villa Mailín para construir el Santuario escribió en 1945 un folletito con el título “Mailín, Villa de Milagros”. Otra integrante de la familia Herrera, Maria Eladia Ortiz Herrera de Fontanarrosa, publicó en 1953 un “Devocionario del Señor de los Milagros de Mailín”, con motivo del IV Centenario de la Capital. A esta autora se le debe un novenario con “ La Historia Verdadera del Señor de los Milagrosa de Mailín” e 1990. También el misionero franciscano, Contardo Miglioranza, hace referencias históricas sobre Mailín en su Devocionario de Mailín y Sumampa.

Hay dos teorías respecto al nombre de la Villa actual. Una se refiere a la etimología del vocablo que según el Dr. Orestes Di Lullo, es de origen quechua, y que los naturales del lugar llamaban Mayllín, al estanque o manantial de agua existente en la zona del río viejo.

La otra teoría dese refiere a las tribus que poblaron la zona. Según los estudios más recientes, los “mailihuampis” mejor conocidos como los  “maulinampis junto con otros grupos, culturas del Chaco andinizadas, cuyo tronco lingüístico fue el lule-vilela.-

Las teorías coinciden entonces, en que la raíz del vocablo “Mailín”, proviene de los nombres de las tribus indígenas, que poblaron la zona hasta la segunda mitad del milenio terminante.

La cruz del “Señor de los Milagrosa de Mailín”, no es una “aparición”, sino de un “descubrimiento”, un “hallazgo” por un vecino del lugar en un hueco a los pies de un gran algarrobo, que se conserva hasta hoy.

Las recopilaciones históricas coinciden las referencias en afirmar que el hallazgo de la Cruz del “Señor Forastero”, como se llamaba históricamente, data del último  tercio del siglo XVIII. Según la tradición, y lo confirma un documento histórico de 1882, el hallazgo de la cruz es debido a un anciano con nombre Juan Serrano, capataz de José de la Cruz Herrera, quien fuera propietario de Mailín en aquel entonces. Luego, por herencia, pasan los terrenos a su hijo Zacarías Herrera.

Serrano, un mestizo asediado por la curiosidad de esa cruz, habría afirmado que en noches sucesivas, aparecía una luz muy viva al pie de un árbol, ubicado cerca de donde actualmente se levanta el Santuario. Llevado por la curiosidad, junto a otros vecinos, fue al lugar del extraño suceso y se encontró con que aquella luz alumbraba un “Santo Cristo”. Como la casa de Serrano quedaba a alguna distancia del árbol, pretendió con sus compañeros trasladar el Simulacro del Señor a dicha casa, lo que no lograron, porque no les fue dado el poder para moverla del sitio. Serrano y sus compañeros, resolvieron no alejarse de este lugar y construir, una pieza reducida que habilitaron como capilla provisoria para rendir culto en ella a la Sagrada Imagen, difundiendo por todas las poblaciones próximas la grata nueva del feliz descubrimiento.

Cuando Zacarías Herrera se enteró de la noticia, fue al rancho de Serrano, acompañado por su esposa Eladia Contreras, para verificarlo. Zacarías Herrera le dio a Serrano una caja de madera para guardar las limosnas de los peregrinos, que de inmediato empezaron a llegar a la Sagrada Imagen.

Un año después,  Herrera, se encontró con la sorpresa de que “la caja abierta, que por lo lleno no se podía cerrar y montones de dinero, en el rancho casi imposible de entrar, objetos, dinero, que de todos los lugares, que como reguero de pólvora o magia omnipotente, se expandió la feliz noticia”.

Según criterios artísticos la cruz pertenece a la escuela de arte de Quito. Es de madera dura, de 35 centímetros de altura con un transversal de 23 centímetros, un ancho de 4 centímetros y 5 milímetros de espesor. El marco pintado de color negro incluye también la parte de atrás de la cruz. Este marco da espacio a la parte elaborada artísticamente al frente de la cruz, cuyas medidas son: 33 cm. de altura  los años de la vida del Señor) y 21 centímetros de la parte transversal (3 x 7 igual a 21; la cifra 3 y la cifra 7 son cifras simbólicas para la plenitud; 21 son tres veces 7, es decir con Jesucristo ha llegado la plenitud de los tiempos (Gal. 4,4)). El original se venera hasta el día de hoy en el Santuario de Mailín, en una preciosa urna plateada a fuego, del año 1914, elaborada en un taller en Buenos Aires.

 

En 1997, se realizó una fiel réplica de la imagen de madera, por Luis Pascual Acosta, en la carpintería de la parroquia de Garza, la Cruz fue pintada sobre madera del árbol histórico, por Víctor Quinteros de Santiago del Estero.

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