Coyuyo, que en quichua significa silbador, derivado del verbo cuyuy: silbar, comparto una de las tantas leyendas que existen acerca de su origen
La leyenda del Coyuyo
Cuando, en las siestas abrasadoras, se oye su chirrido monótono, las gentes del lugar dicen:
Está madurando la algarroba.
Los chicos y los grandes desean que llegue el mes de febrero, para ver a punto las vainas dulzonas, que les dan alimento y trabajo.
Machacándolas en mortero y con ayuda del viento para cernir, preparan el ‘patay’, quesito dulce de color dorado.
Si la algarroba es blanca, quebrándola y poniéndola a fermentar, obtendrán la ‘añapa’, bebida fresca pero turbia.
Si la algarroba es negra, en la misma forma harán la ‘aloja’, bebida fuerte, pero amarilla y transparente.
“Alojita de algarroba
Molidita en el mortero
Te subías a la cabeza
Como si fuera sombrero.”
Así dice una copla salteña. Y es como para recordarla. Hace tantísimos años que ya ni se cuentan, que por culpa de esta bebida, ocurrió una desgracia.
Antenor y su hermano Francisco fueron a una «alojada», como le llaman.
Después de bailar un rato se dieron a tomar. Antenor se excedió, y…se machó.
Empezó a discutir sin razón-que la bebida es mala consejera-hasta que ciego por la embriaguez, mató a su hermano. ¡Horrible desgracia!
Vuelto a la razón, comprendió cuán grande era su pecado y huyó al monte. El peso de la culpa le hizo bajar la cabeza y poco a poco se fue hundiendo en la tierra y se convirtió en coyuyo.
Y como su pena no lo abandona, canta para disimular su tristeza. Cuando la algarroba madura, vuelve a la superficie de la tierra para llorar la muerte de su hermano.