Celebrarán la canonización de una monja que anduvo por Santiago

El convento de las Hermanas de la Cruz invita a la comunidad a participar de la celebración eucarística a celebrarse entre 17 y 19 del este mes a las 8 de la noche en el gimnasio María de la Purísima, de las hermanas de la cruz, en honor de Santa María Purísima, que será canonizada en Roma el 18 de octubre una santa actual que la comunidad copeña ha conocido pues visitó este pueblito durante muchos años. Para el acontecimiento viajaran delegaciones de Monte Quemado, Quimilí, Alderetes (Tucumán) que serán recibidas en Roma por el Papa Francisco.
La monja nació en Madrid el 20 de febrero de 1926.

Transcurrió su infancia y adolescencia en un hogar cristiano, recibió de su madre ejemplo de caridad para todos. Ya de joven elegante y sencilla su mirada serena y bondadosa aunque poco habladora y otras virtudes denotaban un alma llena de Dios. Siempre fue muy piadosa y sacrificada, no sorprendiendo a sus padres en su decisión de entregarse al señor.
El amor a los pobres despertó su vocación.
Renunció a una vida llena de comodidad y bienestar, ingresó en Las Hermanas de la compañía de la Cruz en Sevilla el 8 de diciembre de 1944 a sus 18 años. Cuando novicia ya despuntaba su gigante y su entrega a todas, viviendo la pobreza y humildad. Hizo su profesión temporal el 27 de junio de 1947 y sus votos perpetuos el 9 de diciembre de 1952.
En los pueblos y ciudades donde fue destinada dio ejemplo de las virtudes que caracterizan el espíritu de una hermana de la cruz, sencillez, espíritu de sacrificio y abnegación, desprendimiento, pobreza y un gran amor a los pobres que le hacía entregarse generosamente con olvido de sí misma. A pesar de pertenecer a una familia noble de Madrid, nunca se hizo notar nada que la distinguiera, al contrario, amaba y escogía lo más trabajoso y pobre. Ese espíritu de sacrificio contagiaba a todas a la vez que le gustaba pasar desapercibida y no hacerse notar. Era un apóstol de Dios con sus palabras llenas de amor y sobre todo con su vida que ardía en celo por las almas. El amor a la santísima Virgen lo llevaba impreso a fuego en su alma y este ardor lo prendía en las jóvenes a las que motivaba preparando sus fiestas, practicando en su honor algún sacrificio que las llevaba a vivir un poquito mejor algunas de sus virtudes, caridad, humildad y fe.
Después de servir al instituto como superiora maestra de novicias y consejera fue elegida Madre general aparece siempre como fiel seguidora del espíritu de su fundadora Santa Ángela de la cruz. En los últimos de su vida cuando la cruz de su enfermedad se le hizo sentir de una forma más dolorosa solo se le oyó decir momentos antes de su muerte: “¡Que alegría cuando me dijeron vamos a la casa del señor!”
Constante en ella fue la unión con el Dios identificándose con su voluntad hasta el 31 de octubre de 1998 cuando murió a los 72 años.

Pensamientos
“Hagamos muchos actos de amor a Dios para que creciendo en su amor aprendamos a amarlo.”
“Todo pasa pero las buenas obras permanecen y nada, ni la muerte, nos permite quitar nuestro amor por Dios”
“A veces soñamos con grandes generosidades, mientras dejamos escapar las cosas pequeñas de cada día”.

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