Juana Leonarda Cano, de 50 años, oriunda del barrio San Pablo de Las Termas de Río Hondo. Es más conocida como la vendedora de la terminal, de “sanguche de miga, milanesa, gaseosa… agua mineral”.
No puedes pasar por la terminal de ómnibus de Las Termas sin haber escuchado la voz tan característica de doña Juana. Una mujer humilde y luchadora, que ofreciendo hace más de 25 años sus “sangüis” y gaseosas en una especie de conservadora artesanal de cartón, crió a sus 9 hijos. La mitad vive con ella, la ayudan, y además trabajan por su cuenta, la menor de sus hijas va a la escuela. Y hace 5 años, perdió uno, en un accidente de tránsito, cuenta una nota de “Apa!, Prensa”. “Por la mañana trabajo en el mercado municipal, y a la siesta ojalá haga 50 grado de calor tengo que estar acá, porque la terminal me espera”.
De ojos marrones claros, una mirada cansada y penetrante, de piel castigada por el sol de tanto trajinar la terminal sin importarle estación del año, Juana trabaja hasta el caer de la oración, “aquí andaré hasta que mis piernas me den”, nos dijo Juana sentada mientras descansaba después de despedir un Urquiza de la plataforma 10, con rumbo a Tucumán.
“Acá en la terminal somos todos una familia, a veces los maleteros se hacen los pícaros pero jamás levantaron nada. No son como en otras terminales del país, por ejemplo. A mí, me conocen los choferes, los estudiantes que viajan los lunes y los veo llegar cansados los viernes. También así acá nosotros aguantamos de todo, no creas que todo es lindo, a veces nos discriminan por negros, o nos contestan de malas manera cuando le ofrecemos”, contó doña Juana.
Hace más de 15 años atrás la Argentina se encaminaba a una crisis que desembocó en el 2001, lo que llevó que el Estado tome diferentes medidas en planes sociales. Entre ellos, el plan Trabajar, que era de 150 pesos mensuales. Doña Juana, lo cobraba para paliar la situación familiar y, encima debía dejar 30 pesos por mes, a quien era la puntera política peronista del momento, una dirigente de la rama femenina del juarismo santiagueño. La amenazaba que si no dejaba esos 30 pesos para la “causa justicialista” se lo iba a quitar ella al plan.
Un día de tantos, conoce un señor que esperaba el colectivo; alto, fornido y canoso, que lucía un traje como si fuere recién comprado. Él le preguntó qué le pasaba. Juana, un poco desconfiada le dijo que nada, pero inspiró confianza. Se animó a contarle. “Le dije en ese momento que estaba preocupada porque me lo iban a quitar al plan -amplió- porque no le había dado esa coima que exigía ésta mujer, que era la que nos cobraba a todas esa época para que se lo haga quedar ella. Parece que a ese hombre me lo mandó Dios, hijo” (sic), recordó Juana a medida que se acercaba un colectivo.
Ése hombre, aparentemente, era un funcionario del Poder Judicial del ministerio de Justicia de la Nación. Desde ése momento la suerte corrió para su lado. Entre tanto, comenzó un proceso de gestión a través de ésta persona para conseguir un trabajo seguro en el Estado, y sin más ya qué darle a ésta mujer -Norma- que le exigía 30 pesos mes, algo, totalmente prohibido. “Desde esa vez, se cansaron de amenazarme”, recordó . Fue así que comenzó a trabajar haciendo la limpieza en mercado municipal de Las Termas de Río Hondo.